Debido a este interregno que pronto, insha’llah, llegará a su fin y que marca el periodo en que fue interrumpida la forma de gobierno islámica, –es decir, la que existió en los Dawlets Mogol y Osmanli– nosotros, la Comunidad Musulmana Mundial, estamos experimentando el Islam sin su dimensión, absolutamente necesaria, del ordena- miento político. Uno de los resultados curiosos y la- mentables de esta situación, es que hemos empezado a tomar a nuestros Imams como si fueran dirigentes, con- virtiéndolos en clase sacerdotal y permitiéndoles gober- narnos como si fuésemos una población de esclavos que, al no tener poder sobre la guerra o la riqueza, tolera que se les ordene en los asuntos privados relacionados con los nacimientos, los matrimonios y las defunciones. En este sentido, nuestra población musulmana ha tomado la forma de una religión totalmente diferente: el Shi’ismo. Prueba de lo dicho, es que hemos permitido que los kuffar nos definan como perteneciendo al “Islam Sunnita”, pareciendo que así aceptamos su definición de que la religión islámica ha sido históricamente dividida en dos sectas. Lo cierto es que sólo puede existir un Din al-Haqq con la Autorización Divina para llamarse Islam. Allah el Excelso dice en la Surat al-Ma’ida: “Hoy, los que se niegan a creer han perdido las esperanzas de acabar con vuestra práctica de Adoración. No los temáis a ellos, temedme a Mí. Hoy os he completado vuestra práctica de Adoración, he culminado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado complacido el Islam como práctica de Adoración”. (5:3) Otro resultado de esta situación es que, al tratar al Imam como la Autoridad –en vez de ser esa figura insustituible cuya noble tarea es dirigir el Salat– los miembros de la Ŷama’at han perdido esa relación dinámica con el texto del Corán en el que debe fundamentarse una comunidad islámica vibrante. En nuestros textos de Sira y en los Hadices descubrimos que los Sahaba solían reunirse después del Salat de Faŷr; los que sabían algo del Corán lo recitaban y después reflexionaban para ver cómo aplicar su guía a los asuntos cotidianos. Basados en este espíritu, decidimos tener una serie de reuniones con las que iniciar esa relación dinámica entre la Ŷama’at y el Libro de Allah. Al revivificar este ‘Amal de Madinah, lo más apropiado era comenzar extrayendo del Corán las explicaciones claras que Allah, glorificado sea, da sobre Sí mismo, esto es, el conocimiento del Tawhid. Y así fue cómo, a lo largo de estas nueve reuniones, los fuqara, hombres y mujeres, se sentaron ante el Corán; y en cada nueva referencia al Corán, como se ve en el texto que sigue a continuación, la Ŷama’at estudiaba las aleyas que antes había recitado nuestro hafiz. El resultado fue que, al finalizar el estudio, el grupo estaba familiarizado con el manejo del Corán, su consulta y la forma de encontrar la Sura y las aleyas correspondientes. Podría decirse que gracias a este pequeño acontecimiento, la Ŷama’at había recuperado el Libro Claro que, al fin y al cabo, ha sido enviado por Allah, glorificado sea, para nosotros y no para el uso exclusivo de una clase sacerdotal que lo utiliza para asegurarse un medio de subsistencia, sacándolo en los ritos del nacimiento, el matrimonio y el fallecimiento e incluso, astaghfirullah, ¡poniéndolo sobre la cabeza del dueño de la casa cuando sale de viaje! Podemos añadir otro resultado a esta experiencia. Esta Ŷama’at es precisamente la que mejor ha comprendido que los Imams asalariados (una situación makruh en la Shari’ah) jamás han enseñado, ni fomentado, ni activado la necesidad que tiene la comunidad de ser gobernada por un Emir; y que este Emir, a su vez, debe imponer, mediante sus Recaudadores del Zakat, la recaudación de este impuesto sin el cual no existe Islam. Shayj Dr. Abdalqadir as-Sufi.