Hace unos pocos años fui invitado a pronunciar el discurso inaugural en la ‘II Conferencias de Países Islámicos sobre las Ciencias Estadísticas’ que tuvo lugar en Malasia. Cuando los Sauditas recibieron mi texto para la Conferencia, sin duda unos recién llegados al intercambio ideológico, prohibieron rotundamente su lectura en público. A fin de honrar al secretario de la conferencia, debo decir que logró leerlo a los delegados en un momento posterior.

Había dos cuestiones que quería exponer en ese discurso por parecerme relevantes en la prognosis actual de nuestro precipitado desastre en el proyecto humano. En primer lugar, cuando en un momento dado estudiaba los escritos de Nicolas Werth encontré una declaración de suma importancia con la que el autor quería mostrar los fundamentos teóricos del Gran Terror del año 1937 en Rusia.

Cuando explica los orígenes de lo que llegó a convertirse en el Gran Terror, Werth sitúa sus principios en los años 1930-33, cuando unos dos millones y medio de personas, hombres, mujeres y niños, fueron deportados en virtud de un enorme programa político que ordenaba ‘la eliminación de la clase koulak (minifundista)’. Este programa tenía dos objetivos:

  1. Eliminar una clase que se oponía a la colectivización de los terrenos agrícolas.
  2. Ocupar los territorios baldíos que eran ricos en recursos minerales mediante la deportación y el confinamiento.

Ese programa de ingeniería social fue definido como ‘la cultura de las estadísticas’. El método permitía asignar ‘cuotas’ a cada zona además de dividirlo en dos categorías: 1. Deportación / 2. Ejecución.

Este modelo había sido diseñado y estaba listo para ser aplicado a escala nacional en la masacre que tuvo lugar en 1937.

En segundo lugar, la rápida desintegración del tejido social en las antiguas sociedades democráticas de América y Europa me hizo ser consciente de algo que muy pocos parecían comprender: no de nuestro parecido con la Rusia Soviética, sino más bien de que las cosas han empeorado de forma alarmante.

Subyacente a la etapa comprendida entre la ingeniería social de 1930 y el Terror a gran escala de 1937 estaba la invención fundacional de la ciudadanía legal (teóricamente segura) basada en pasaportes nuevos y su posterior ratificación por la Policía Secreta. Una vez registrados y controlados se podía proceder con la eliminación en masa.

La presencia de un individuo solitario, desnacionalizado, escorado en la Sala de Tránsitos del aeropuerto de Moscú nos indica que el mundo de los banqueros y la elite corporativa que gobiernan hoy en día ─no tan libres, sino incluso con mucha mayor impunidad que los dictadores del siglo XX─ ejercen sobre nosotros un control aún mayor y nos observan con un detalle muy superior al de la policía secreta rusa. La ciencia de eliminar, aislar o sencillamente desactivar adversarios es un sistema de rendición que en nuestros días funciona de forma masiva, que despoja de documentos, con ataques no tripulados y con la desaparición definitiva.

Lo que ha sustituido a la sociedad que adoraba a Dios ─el Dios de las tres religiones monoteístas─ es la sociedad impía (¡laica!) que obedece servilmente las lógicas del sistema técnico. La técnica y sus imperativos son lo que ahora decretan los acontecimientos.

Los Ijwan eran una aberración humana: negaban el Islam pero al mismo tiempo eran ‘humanos, demasiado humanos’. Su destitución fue algo necesario. Y ahora en su lugar han aparecido los árabes del petróleo con su pragmatismo, su financiación y su obediencia a la dialéctica capitalista. No solo son los nuevos ateos, son también los nuevos estalinistas. Así que advertí a los científicos, e incluso los Sauditas se dieron cuenta de que mi voz no debía ser escuchada.

‘II Conferencia de Países Islámicos sobre las Ciencias Estadísticas’
Procedimientos Estadísticos y Valores Humanos

Por Shayj Dr. Abdalqadir as-Sufi

Como primer orador en estas conferencias me corresponde expresar, en nombre de los colegas que van a presentar sus ponencias y en el de todos los delegados que asistimos a las mismas, nuestro agradecimiento y reconocimiento por este importante acontecimiento intelectual.

Nuestro agradecimiento en primer lugar al Dr. Munir Ahmed, Presidente del Comité Organizador Internacional en Arabia Saudita y al Dr. Abdulaziz Abdulghani, Presidente de nuestra conferencia, y al Secretario de la conferencia Zuhaimi Haŷi Ismail. Quiero también destacar y agradecer la importante contribución de nuestros organizadores y patrocinadores, el Departamento de Matemáticas, la Universiti Teknologi Malaysia y la Sociedad Islámica de Ciencias Estadísticas de Arabia Saudita.

En este discurso inaugural no es mi intención hablar sobre las cuestiones relacionadas con la valoración crítica del método estadístico, algo que suscitaría dilemas de tipo moral e incluso político. Tampoco pretendo abordar temas transcendentales sobre la metodología y ámbito de competencia al que se enfrenta la ciencia. El papel más apropiado del discurso inaugural no es hablar sobre los temas de las Conferencias sino intentar situarlos en el contexto relevante del discurso actual.

Las ciencias estadísticas, o para decirlo con mayor propiedad, la ciencia de la demostración y el análisis estadístico ─esa ciencia que tiene como rasgo distintivo mostrar toda una gama de información estadística o, en realidad, la activación de pruebas estadísticas en un marco analítico─ está claramente situada entre las matemáticas y el lenguaje y carecería de presencia si no fuera por ambos. La idea superficial de que, en el ámbito estadístico, el lenguaje no tiene más que un papel descriptivo, o que está a su servicio como si dijéramos, o que el lenguaje no-estadístico pasaría a ser algo primitivo, no es más que la incapacidad de ver lo importante que es esta cuestión. Dicho con otras palabras: lo que estoy sugiriendo es que la defensa moderna y estructuralista del cientifismo, que ha tomado los nombres de filosofía o empirismo lógico, no puede asumir esta cuestión porque está claramente situada en los ámbitos de los procesos fenomenológicos y del método hermenéutico. La cuestión de la situación de la ciencia estadística, que se supone está entre el lenguaje y las matemáticas, merece ser considerada con todo detenimiento.

Como no puede sustentarse que cuando se aborda el acontecimiento estadístico el uso del lenguaje es meramente instrumental, esto implica que la pretensión de que el lenguaje no es más que una herramienta no puede defenderse. Hans-Georg Gadamer, el más grande de los filósofos de nuestros días en la tradición fenomenológica, ha manifestado con toda claridad: “El lenguaje no es un conjunto de instrumentos o una herramienta que utilizamos según el caso, sino el elemento en el que vivimos y que jamás podremos despersonalizar hasta el punto de que cesara de estar a nuestro alrededor”.

Consciente de este acontecimiento casi hermético, Gadamer declara con respecto al mito que postula que la ciencia puede ‘hablar’ sin un lenguaje: “…la ciencia se ha liberado de un lenguaje en la medida en que ha desarrollado su propio sistema de signos y construcciones simbólicas que no pueden ser traducidos al lenguaje de la consciencia cotidiana. ¿Acaso no vamos hacia un futuro en el que una adaptación sin palabras, sin lenguaje, hará que las afirmaciones de la razón sean desdeñables?” Las implicaciones son beneficiosas porque según la opinión de Gadamer: “No hay un principio más elevado del raciocinio que el principio de la libertad”.

Aunque hay algunas ciencias que pueden asumir esta elusión extrema del lenguaje, las ciencias estadísticas no pueden hacerlo. No solo no pueden dejar de incluir el lenguaje en su disciplina como herramienta auxiliar, sino que tampoco pueden evitar la presencia del lenguaje cuando pretenden un significado para el análisis o la muestra estadística. La trampa a la que se enfrenta el procedimiento fundamental es que la negociación del análisis o de los datos estadísticos, es ese atractivo supuesto de que el modelo matemático servirá para validar el marco lingüístico. En un intento por perpetuar el reinado indiscutido del sistema estructuralista, Michel Foucault ofrecía la siguiente postura reformista: el texto, como si dijéramos, de las cifras no es un lenguaje sino más bien una declaración. Es como si al redefinir el marco lingüístico como una especie de ecuación paralela que va junto a las matemáticas, la objetividad de las cifras se contagiase al marco verbal.

En todo caso, sería conveniente fijarnos en el estado del método científico antes de seguir examinando la naturaleza del lenguaje como revestimiento. Fuera de Europa no siempre se reconoce que el dominio tecnológico no es el simple resultado de sus propios procedimientos específicos, sino que también es consecuencia de una tradición filosófica investigada con todo detalle que tiene el carácter que imprimió Kant pero es de orígenes griegos. Esta tradición continuada, localizada en Alemania del Sur, es la que constató la enorme importancia que tuvo un acontecimiento del año 1927. Martin Heidegger publicaba su magnum opus, “Sein und Zeit”, el Ser y el Tiempo. En palabras de Gadamer: “Martin Heidegger cambió de un plumazo toda la consciencia filosófica de la época”. Y sigue diciendo: “…el diseño genial de ‘el Ser y el Tiempo’ significó una transformación total del clima intelectual, una transformación que tuvo repercusiones duraderas en la mayoría de las ciencias… Del mismo modo que los jóvenes de la Atenas del siglo V, unidos bajo el estandarte de la nueva dialéctica sofista y socrática, derrotaron todas las formas convencionales de autoridad, ley y costumbre con nuevas y radicales preguntas, el radicalismo de la búsqueda de Heidegger tuvo un efecto embriagador en las universidades alemanas que pusieron a un lado toda moderación… Ahora (este pensamiento)… ha penetrado por todas partes y opera en las profundidades, con frecuencia desapercibido y apenas provocando resistencia alguna… pero hoy en día nada puede pensarse sin él”.

Heidegger redefinió al hombre como Dasein, como una criatura orientada hacia un proyecto que está orientado hacia el Ser. En lugar del sujeto absoluto en un mundo de cosas propuesto por Kant, lo que Heidegger delineaba era una consciencia dinámicamente encarnada y atrapada en el mundo y en el cuerpo, enredada y enlazada por una miríada de respuestas y señales tanto sociales como privadas. Dasein es un ‘ser’ arrojado al mundo en el que su relación con el tiempo está constreñida por la urgencia de una muerte ineludible; para el Dasein la crisis no es la temida interrupción de la observación del objetivo, sino la realidad necesaria que permite al Dasein enfrentarse a su verdadera y apresurada naturaleza. Esto no es psicologismo sino un estudio fenomenológico, minuciosamente expuesto y brillantemente demostrado, de la condición humana.

Debemos comprender que esa devastación absoluta, perpetrada por Heidegger, de los territorios de la objetividad científica, hasta ese entonces incuestionables, no surgió de un mero análisis personal. El nuevo camino y la visión de Heidegger fueron resultado de su íntima amistad intelectual con otros dos gigantes de la civilización del siglo XX: Heisenberg, el científico más encumbrado en la Física las Altas Energías (HEP),[1] y Ernst Jünger, célebre autor de “Der Arbeiter”, un texto que cambió la forma de pensar del hombre moderno en lo que respecta a la verdadera naturaleza de la técnica. Para Heidegger su rechazo de la dialéctica fue tan importante como la declaración de Heisenberg con respecto a la naturaleza no-objetiva del observador. En cierto sentido, las primeras obras de Heidegger son una respuesta cuidadosamente meditada a la célebre afirmación de Heisenberg: ‘Si se mide una partícula, la que está a su lado se verá afectada’. La visión de Jünger, que negaba a Marx por ser un romántico, era: Dada la naturaleza de la técnica todo somos trabajadores. Nuestra realidad no está basada en una clase, en una postura ideológica o una disposición de tipo personal, sino en que antes que todo eso somos parte del proceso técnico. Pertenecemos a la comunidad de los que usan la electricidad, ven la televisión, conducen coches y así sucesivamente. Esta es nuestra realidad personal, cada vez más dominada por la técnica. La respuesta de Jünger no era rechazar la tecnología sino abrazarla y transformarla al tiempo que se reconoce su ‘inevitabilidad’ interna: el Estado Mundial que se avecina.

En una observación que hizo en un seminario celebrado en Suiza con un grupo de psiquiatras, Heidegger distinguía entre dos palabras del lenguaje alemán: Körper y Leib. Ambas significan ‘cuerpo’, pero la primera es el cuerpo como cosa y la segunda es el cuerpo experimentador, el cuerpo que piensa, siente dolor y es consciente de sí mismo. Heidegger indicaba que el, tan mencionado, observador presente en el experimento no era la presencia de la ‘cosa’ en el interior del suceso observado sino la súbita irrupción del hombre en la mítica ‘otredad’ del acontecimiento medido. Dijo: “El problema del método científico es idéntico al problema con el LEIB. El problema-Leib es, ante todo, un problema de método. La Teoría de la Relatividad de la Física ha introducido el locus del observador en el ámbito de la ciencia pero sin que se pueda, EN CUANTO FÍSICA, decir qué es el locus del observador. Es lo que podría describirse con la frase: ¡Aquí estoy, y muy satisfecho! En este ‘estar aquí’, la corporalidad-experimentadora (Leiblichkeit) siempre será parte del tema en cuestión. Cuando observa sus objetos, la microfísica tiene que aceptar el impacto de los instrumentos en el experimento en sí. Esto significa que la corporalidad-experimentadora del ser humano está incluida en la objetividad del descubrimiento físico. Lo que debemos preguntarnos es: “¿Esto solo se aplica a la investigación científica o es parte de ella porque la encarnación-experimentadora del LEIB, el cuerpo-experiencia, constituye el ESTAR-EN-EL-MUNDO (in-der-Welt-Sein) del ser humano?”

Si es este el caso, el fenómeno del LEIB solo se puede contemplar bajo la crítica superación de la, hasta ahora, relación dominante del sujeto/objeto en el ESTAR-EN-EL-MUNDO para que pueda así ser experimentada, asumida y sobrellevada como el carácter fundamental del DASEIN humano.

Es necesario entender la ciencia como tal; significa que los descubrimientos científicos teóricos (y los punto de vista) como tales, son una forma fundacional de estar-en-el-mundo basada en el cuerpo-experiencia, algo que es CONTAR CON-EL MUNDO.

Lejos de implicar una invalidación de la ciencia, lo que Heidegger ha hecho es establecer una transvaloración de la evaluación científica. La ha sacado de los jeroglíficos de la lógica matemática donde permanecía encerrada, inaccesible y destruyendo el mundo, para colocarla firmemente en la hermenéutica de un discurso humano restituido. El empeño de la vida de Heidegger, la demolición del marco kantiano y la ineludible eliminación del mítico sujeto en su objetividad pura, no habría tenido éxito sin su nueva definición del ser humano. Al caracterizar al hombre como ser orientado hacia el Ser-en-Sí, y al reconocer que el Ser no pertenece a la categoría pasiva de Kant o Aristóteles sino que es Acontecimiento, llevó su ontología fenomenológica a los límites del planteamiento. Confirmando y revaluando a Nietzsche proclamó el fin de la metafísica. En sus últimos años, el encuentro con el Ser había tomado el carácter de lo que nosotros, como musulmanes, reconocemos como una confirmación del tawhid ─no al estilo moderno de los egipcios educados racionalmente que han aparecido tras Abdu y que solo pueden confirmar la divinidad como una idea, la suya─ sino una confirmación como la que hace Shayj Muhammad Wafa para quien este conocimiento es la esencia misma de la existencia. Dice el Shayj:

“¡Oh Allah! Te pido por la esencia de Tu no-existencia y la esencia de Tu existencia, y por la esencia de Tu esencia, y por la esencia pura, y por la esencia descrita por la esencia de tomar forma y dar color, y por la esencia activa y por la esencia pasiva.

¡Oh Allah! Haz que sea el manantial de la esencia de las esencias y un lugar para el alborear de sus luces radiantes y un repositorio de sus secretos ocultos en sus mundos oscuros e invisibles.

¡Oh Allah! Yo Te pongo, no por la desconexión de Tu belleza, por encima de los atributos del cuerpo y el ‘yo’, por encima de los apetitos de la naturaleza y el intelecto y el carácter del Nafs y el corazón; y Te pongo por encima de todo eso y de lo que es similar, de su opuesto y de su ‘otredad’, con una desconexión que no se puede imaginar ni darle forma alguna. Amin”.

Que el filósofo europeo más encumbrado después de Nietzsche llevase el discurso filosófico a las puertas del tawhid tiene una importancia enorme. Pero no podría haberlo conseguido sin antes hacer la transvalorización de valores con la que restaurar el proyecto humano y su encuentro con al-Haqq desvelando así la naturaleza fantasiosa de los, hasta ese entonces, intensamente venerados procedimientos científicos.

Volviendo al tema del lenguaje con el que hemos comenzado: Lo que debemos comprender es que el lenguaje, en su naturaleza y a pesar del intento fracasado de la teoría lingüista, no es reductible. Una declaración que se basa en un modelo matemático para su ratificación carece de sentido una vez que el ser humano es redefinido como Dasein, como un ser orientado en la vida mortal hacia Aquel que no muere. Una vez desenmascarada la mítica objetividad del medidor, lo que sigue es que lo que ocupa a tal observador es básicamente un engaño o un timo, una ilusión. El proceso de evaluar y diseñar el modelo analítico es una realidad más poderosa que la tesis que contiene, lo mismo que la necesidad compulsiva del psicoanalista, a la hora de entrevistar a pacientes sobre sus fantasías anales, es una peligrosa neurosis obsesiva que ahora ya podemos confirmar.

Dado que Heisenberg ha confirmado que medir una partícula significa afectar a la partícula vecina, las implicaciones para la ciencia estadística son inmensas. Es posible que signifique que el procedimiento de medición sea en sí mismo una neurosis de importancia, puesto que opera arrogándose el derecho a medir al otro y, por implicación, proponer su futuro. Si yo mido a los medidores o calculo a los calculadores, es posible que su comunidad manifieste los síntomas de agresión de grupo indicados por Lorenz en su estudio de las raíces biológicas de lo que pretende ser el comportamiento racional y meditado.

Esto se aplica al procedimiento estadístico, ya tenga como objeto una situación humana o de otro tipo. Es imposible pensar que ese proceso tenga lugar sin la infraestructura del poder estatal, el sistema corporativo y otros centros institucionales. Del mismo modo, tampoco puede tener lugar sin una persona prediseñada, programada para aplicar sus métodos. Por definición, esa persona tiene que haber aceptado la legitimidad del procedimiento y el derecho a proceder de esa manera antes de que tenga lugar la evaluación estadística. Como la relación entre las cifras y el objeto estudiado solo puede darse en la forma de una evaluación estadística por la imposición de un modelo de observación y una valoración crítica, tiene que someter su mítica autenticidad a las percepciones de la nueva persona que rechaza estos procedimientos que alteran su entorno, la existencia y el ser sin su consentimiento. En consecuencia, al estadístico se le debe hacer una pregunta nueva: ¿Por qué está midiendo? ¡En la nueva sociedad el observador sabe que está siendo observado! Si el hombre rechaza su reductibilidad a manos de cualquier procedimiento matemático habrá también, por esa misma razón, negado su subordinación al estado totalitario moderno. Como esto ya está empezando a ocurrir, hay esperanza para el futuro del mundo, el género humano, la sabiduría e incluso para nuestro buen amigo el estadístico. Bajo la luz de este discurso contemporáneo es como deben explorarse los temas de las estadísticas que también involucran al lenguaje y las matemáticas. Pedimos a Allah que las disertaciones de esta excelente reunión se vean iluminadas con una claridad intelectual y una originalidad que beneficie a la vida de la Umma musulmana de nuestros días.


[1]  High Energy Physics estudia los temas más fundamentales relacionados con la naturaleza del universo.

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