Afganistán demostrará ser el tercer y último Vietnam de los EE. UU.

Francia precedió a los EE.UU. en Vietnam y su derrota fue rápidamente seguida por la vergüenza sufrida en Argelia. Rusia precedió a los EE.UU. en Afganistán y su derrota fue rápidamente seguida por el colapso del Estado Comunista. Para salvar a Francia, de Gaulle –que vio que el enemigo de Francia no era un Estado sino un sistema económico– vendió los dólares del país y ordenó la adopción de un sistema monetario basado en el oro. Su argumentación era su racionalidad y su historicidad. Fue necesario derrocarle y el mítico alzamiento del 68 fue escenificado para obligarle a dimitir. El agente de los financieros, Pompidou, primo de Rothschild, asumió la Presidencia y en una demostración simbólica de su nuevo poder estatal (compra apalancada)[1], el antiguo gueto judío se convirtió en el sector inmobiliario más caro de todo París, y en La Défense se construyó un nuevo barrio financiero.

La retirada rusa de Afganistán produjo el colapso absoluto de la economía y el gobierno central ruso. El agente de los financieros, Yeltsin, entregó la totalidad de la enorme riqueza basada en las materias primas del país, a un puñado de aventureros, en su mayoría judíos aunque no todos, que comenzaron a conocerse en el mundo con el nombre de los Oligarcas.

La estrategia americana en Afganistán ha demostrado ser más astuta que en las anteriores aventuras imperiales, pero presagian un desastre aún mayor. Y como suele ocurrir en estos terribles acontecimientos, los que más sufren son la gente de a pié y la nación que recibe la agresión. Nada de esto habría sucedido si el pueblo americano hubiese comprendido e impedido lo que luego sucedió. Desgraciadamente, América es la nación más escolarizada y más inculta de toda la tierra. Aletargados y enmudecidos por el exceso de medios de comunicación, inmersos en la fantasía de Hollywood que llaman ‘El Sueño Americano’, su gente está separada del resto de la humanidad, indiferentes ante su sufrimiento y la destrucción del planeta.

En el centro mismo de la enfermedad terminal americana está ese desastre sobre el que advirtieron muchos de los grandes pensadores del siglo XX: La Constitución. El sistema indefendible de la estructuración y el entramado formado por los Comités, los Consejos y los Ministerios han reducido el gobierno a la mera fiscalidad, y la seguridad a un conjunto de prácticas tiránicas que van del espionaje cívico al castigo penitenciario en masa. El resultado es que, tras la inundación de Nueva Orleans, la espantosa retórica del Congreso está rodeada por un abismo. El Congreso exige la retirada de las tropas de Iraq y el Presidente, que por cierto eludió hacer el servicio militar, envía más tropas declarando “Yo soy el Jefe Militar”. Con esto se demuestra que la democracia multipartidista es una pura dictadura.

El fenómeno arquetípico, la epidemia global de la que surgen todas estas miserias, es el sistema financiero usurero e irracional que, en su última fase capitalista, ha sumido a la población mundial en una espiral de pobreza y control policial, y al planeta en un nuevo periodo glacial. La abolición del comercio, reducido a la mera distribución, la estasis de la economía bancaria, distributiva en el gesto pero nunca en la esencia, aunque permanece adquisitiva por definición, ha dado lugar a una serie de restricciones sobre la riqueza cuyo resultado es una crisis demográfica mundial que la clase política es incapaz de impedir.

Los pobres de Sudamérica invaden Méjico y desde allí entran en América. Están apareciendo restaurantes mejicanos en los pueblos de los esquimales de Canadá. La masa tribal de África Central, destrozada por la codicia desenfrenada de una sola familia que ejerce el control del monopolio mundial de los diamantes, ha visto cómo los pobres de Angola y el Congo invaden el norte del África bereber. Privados por esta emigración africana de los trabajos más serviles, los bereberes invaden la Unión Europea. Aterrados por la posibilidad de una Europa Islámica –dado que, al haberse abolido la familia, la población indígena tiene una tasa de mortandad superior a la de natalidad– se han visto obligados a extender la Unión a tres países empobrecidos: Polonia, Rumanía y Bulgaria. Esto ha producido a su vez un flujo masivo de habitantes de estos países con destino a la Gran Bretaña y el resto de Europa, dejando a estos tres países sin la mano de obra básica y necesaria. Para llenar ese vacío, los chinos están inundando la Europa del este, lo mismo que ya han hecho en el África Occidental.

Obsesionados con unos terroristas que ni siquiera existen, con Bin Laden muerto y con un puñado de personas que, proviniendo de los detritus de la pobreza de las ciudades, esconden semtex en sus zapatos y fertilizantes en sus sótanos, y enfrascados en la tarea de detener a musulmanes inocentes por el mero hecho de ser ‘sospechosos’, el en otra época prestigioso Servicio Secreto Británico no se dio cuenta de que agentes rusos introducían en el país material nuclear con el que marcar a los activistas contra el Estado y a los oligarcas más granujas. Cuando uno de los hombres marcados murió por una sobredosis accidental, los absolutamente ignorantes Servicios Secretos se vieron obligados a reconocer los hechos.

La “Guerra contra el Terror” imaginaria, que ha mantenido en su lugar a las dictaduras de Bush y Blair, ha dejado a sus países desprotegidos ante los brillantes programas de expansión de Rusia y China. En estos momentos, y a pesar de que la mayor y más ignominiosa representación de ese proceso inventado pretende ser una metafísica “Guerra contra el Terror”, su realidad es la de un programa desesperado para impedir el resurgimiento islámico, sabiendo que este acontecimiento llevaría a abandonar las monedas de papel y el sistema mundial usurero de la banca. La estrategia de la elite banquera era redefinir la última y más grande religión del mundo como justo lo contrario, buscando su destrucción al hacer creer a las masas que si no es el Terror es una Tolerancia individualista, pasiva y esclavizadora.

El epicentro de esta estrategia está hoy situado en Afganistán/Pakistán, cuya realidad histórica y geográfica es la de UN SOLO PAIS con una cultura dominante Islámica pashtu. Para ocultar la iniquidad que supone la ocupación de Afganistán, los EE.UU. definieron la operación como una misión de la OTAN, impidiendo así que los Estados participantes retirasen sus tropas como habían hecho en Iraq. Los protocolos de la OTAN hacen que sea prácticamente imposible cancelar las obligaciones contraídas con esta organización. Pero todavía más siniestra es la amarga realidad a la que se enfrenta el país ocupado.

Ningún país puede hacer comparecer a la OTAN ante sus tribunales de justicia nacionales y soberanos. Ningún personal de la OTAN puede ser detenido y juzgado por el país ocupado. En Bosnia, y con la protección total de la OTAN, el general acusado de violación fue sencillamente puesto en un avión con destino a Canadá. De esto se deduce que no hay genocidio, crimen, tortura o cualquier otro delito del que pueda hacerse responsable a la OTAN. Está por encima de la ley. La estratagema de los EE.UU. de diseñar su ocupación de Afganistán como una operación de la OTAN, les dio carta blanca para ejercer un control totalitario sobre el país invadido. Con su títere colaboracionista en Kabul, pretenden la existencia de un marco ‘democrático’ que enmascara lo que de hecho es una tiranía brutal y destructiva. Desde los tiempos del Imperio Romano no ha habido en la historia un ejército de ocupación que no haya establecido burdeles y la prostitución para agasajar a sus hombres. Sería absurdo pensar que no es este el caso con la fuerza de ocupación, especialmente si se tiene en cuenta la permisibilidad de los EE.UU en lo que respecta a la actividad sexual entre personas del mismo sexo. Hasta ahora no ha habido cadena de TV, periodista, u ONG que haya examinado la cuestión de la prostitución de toda una generación de la juventud afgana para satisfacer los apetitos de los invasores.

La obediencia hipnótica de los demás Estados de la OTAN a este anárquico programa de terror y destrucción, acompañada por los bombardeos cotidianos y la masacre de las poblaciones locales, indica que no sólo son los EE.UU., sino también Europa, la que está descendiendo al último nivel de un ordenamiento social que ha fracasado. El sistema político democrático ha finalizado con la demostración a nivel multinacional de su incapacidad de proteger los valores morales, la justicia y su propio sistema legal, dado que el ámbito de su riqueza de y sus bienes primarios está al margen de la jurisdicción gubernamental. La secta financiera es la que manda sobre el gobierno nacional, obligando a la clase política a acatar sus órdenes. Los ascensos en el mundo de hoy en día van de la clase política a la clase económica. Wolfowitz consiguió su recompensa ascendiendo desde Ministerio de Defensa de los EE.UU. a la presidencia del Banco Mundial.

Las promesas de las ONG y los misionarios de que las mujeres de Afganistán pronto podrían salir en público llevando ropas occidentales y vistiéndose con plumas y lentejuelas para descender, mostrando sus pechos desnudos, por las escaleras de los cabarets-casinos de Kabul y Herat, han demostrado con sorpresa que carecen de interés. Las promesas de que la Madrasas Islámicas serían cerradas y que los niños afganos ya podrían disparar a sus profesores y compañeros, como ocurre con frecuencia en los EE.UU., también han demostrado que carecen de interés. Cuando sobre un pueblo afgano se lanzan las terribles bombas-racimo, la población del lugar describen el suceso como un bombardeo de ‘corazones y mentes’, burlándose de la OTAN y su pretensión de implantar una política con la que conquistar los corazones y las mentes de los afganos. La gente no es estúpida, los políticos sí lo son.

Y sin embargo, no existe un problema afgano. En términos políticos, la cuestión del futuro ya no es el cambio de régimen, es el cambio de fronteras. La historia ES el cambio de fronteras, y por mucho que imaginen que ya ha terminado, la historia es una serie de sucesos que siguen a otros sucesos. Las fronteras tienen que cambiar. Mientras los EE.UU. se permiten el intento inútil del imperio al otro lado del mundo, Méjico está recuperando los territorios perdidos: Tejas, Arizona y California. Las fronteras cambian. La cuestión afgana sólo puede resolverse desde Islamabad. Pakistán se enfrenta a tres escenarios posibles:

Desaparición. Pakistán se divide en regiones que a su vez son absorbidas en un mercado común mayor en el subcontinente hindú. Esta es la estrategia de la elite bancaria, augurada en 1947 con el robo deliberado de Cachemira en el norte y la Calcuta musulmana en el sur.

Fragmentación. Es el Plan Kissinger que ya ha quedado invalidado en Indonesia con la reintegración de Acheh en la nación musulmana mayoritaria. En Pakistán significa separar al pueblo Patán para amortiguar la actividad afgana, la independencia de Baluchistán al estilo ‘Luxemburgo’, el Sind como el sur controlado por los bancos y el territorio Punjab como la zona central.

Expansión. Es la tercera y temida posibilidad. Significaría el éxito en Pakistán y una apertura hacia el norte. Para conseguirlo, es necesario destituir al dictador Musharraf, el “Querido de la Democracia”. Exige también que el ejército paquistaní asuma su destino histórico y mogol como defensores de la nación. El último elemento sería la desaparición de esa invención británica llamada Afganistán con su absurda frontera meridional, una línea recta a través del Himalaya. Esas dos zonas geográficas han sido una sola desde hace siglos, desde los tiempos de Mahmud al-Ghazni. El aliado natural y defensor de esta realidad es Rusia, hecho que puede curar la reciente enemistad, tal y como hicieron Francia y Alemania después de su guerra.

Esto es la única promesa de estabilidad en la región. Los EE.UU., y por supuesto Europa, no deberían estar allí. Deberían más bien prestar atención al hecho de que, de forma calmada y paulatina, están siendo anexionados por China.


[1] Leveraged buyout: estrategia seguida en la adquisición de otra compañía utilizando una cantidad importante de dinero prestado (en créditos u obligaciones). A menudo, los activos de la compañía que se compra se utilizan como avales de los préstamos, además de los activos de la compañía que hace la compra.

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