¡Así que por fin se ha acabado! Nadie puede decir con exactitud cuándo comenzó. Grupos diferentes ven la fase final como un logro suyo. Para los franceses fueron los Jacobinos oponiéndose a los Girondinos. No se puede decir cuándo comenzó la dialéctica, pero en un momento dado intervino la teoría política. La gran República Romana entró en crisis cuando trató de introducir un tercer partido. La llegada de Karl Marx estableció por fin un conflicto que ofrecía una solución. Al surgir tomaba prestado de la filosofía alemana del siglo XIX la tesis y la antítesis que quedaban trabadas en una guerra. La tercera fuerza que esperaba en el futuro era la síntesis. En la época de la Revolución Rusa, con un sistema financiero emergente, la sociedad estaba dividida en dos. La dialéctica de tesis y antítesis se vio sumida en un conflicto perpetuo. Mientras que hubiese un socialismo que se opusiera al capitalismo, que evolucionaba de forma dramática, el fenómeno político podía continuar.   

El nuevo Estado americano se dividió en Republicano y Demócrata y pudo continuar el mito de su conflicto sin resolver, pero cuando los bandos en conflicto se mostraron difíciles de distinguir, el marco político se rompió en pedazos. El conflicto entre Derecha e Izquierda tenía cada vez menos sentido. A lo largo y ancho de Europa las masas se apartaron de algo que surgía como ─y a primera vista no se podía confiar en la clase política─ líderes de partidos que, aferrándose a los restos destrozados de la Izquierda y la Derecha, eran por fin juzgados como personalmente responsables. El Primer Ministro británico, que había hundido su propio barco, contemplaba horrorizado el colapso del partido socialista al otro lado del canal. Con el fracaso del liderazgo de Izquierdas y Derechas a los ojos de un público sofisticado, se ha puesto por fin de manifiesto que hemos llegado al final de una época.

Y entonces, de entre las ruinas de la incapacidad deprimente del partido socialista para descubrir un camino hacia el futuro, surge un hombre. Considerado como de izquierdas por la derecha y de derechas por la izquierda, representa a un hombre que ofrece la modernidad.

De esta misma manera, Paul Ryan, el Presidente de la Cámara de Representantes americano, va por delante de su tiempo y sabe cómo innovar. Lo que es fundamental, es que los musulmanes franceses cultos no queden atrapados en las obsoletas ideas del Estado contra el Terror y reconozcan que eso también es una dialéctica agotada. El futuro está en las manos de Emmanuel Macron.

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